Tiempo extremo difícil de predecir

Según el informe del BEAmer publicado el 11 de marzo de 2025, el De Gallant fue alcanzado por violentos vientos de hasta 70 nudos mientras navegaba a velocidad reducida, cargado con 22 toneladas de mercancías. La tripulación está formada por cuatro marineros profesionales y cuatro pasajeros.
La presencia de tormentas a sotavento lleva al patrón a preparar la driza y la escota para poder arriar rápidamente el barco en caso necesario.

Los modelos meteorológicos no predijeron con exactitud la formación de la tormenta supercélula. A las 3:15 de la madrugada cayeron las primeras gotas y, cinco minutos después, una violenta ráfaga hizo girar el yate 90º, dejando entrar agua en la sala de máquinas. La segunda ráfaga, aún más potente, llenó la sala de máquinas, condenando al barco a hundirse por la popa en menos de diez minutos.
Una evacuación difícil pero que salva vidas
El capitán reaccionó inmediatamente, dando la orden de abandonar el barco y activando las balizas de socorro. El barco se hundió muy rápidamente y las balsas se inflaron gracias a los chalecos hidrostáticos, obligatorios en la marina mercante. Sin este equipo, las posibilidades de supervivencia de la tripulación se habrían reducido mucho.
Toda la tripulación fue succionada por el hundimiento y pasó varias decenas de segundos bajo el agua.
Seis personas consiguieron alcanzar las balsas, una de las cuales estaba boca abajo, pero dos tripulantes, probablemente atrapados en las cuerdas o las velas, no pudieron llegar a la superficie. Los seis náufragos fueron trasladados a la superficie por los guardacostas estadounidenses pocas horas después del naufragio.

Una búsqueda paralela no logró encontrar a los dos marineros desaparecidos. La rapidez con que se desarrolló la tragedia fue aterradora. Sólo transcurrieron cinco minutos entre el despertar del segundo capitán y el hundimiento del yate.
Un barco con maniobras complejas
El informe, que no ha sido aprobado por el propietario del yate, pone de relieve la dificultad de maniobrar un viejo yate de carga sin ayudas modernas. A diferencia de otros barcos tradicionales modernizados, De Gallant no tenía winches ni enrolladores, lo que hacía que las maniobras fueran largas y arduas, sobre todo con una tripulación reducida. Además, los sistemas de drenaje de agua en cubierta eran insuficientes, lo que hacía que el yate fuera aún más inestable con las ráfagas.
Sin embargo, la goleta estaba perfectamente en orden y bien mantenida.
Enseñanza de la seguridad marítima
El BEAmer recomienda modernizar las goletas para uso comercial, con la instalación de sistemas de control remoto y mejores dispositivos de seguridad. También subraya la necesidad de que los veleros de carga estén tripulados por suficiente personal experimentado para hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos.
El hundimiento del De Gallant es un poderoso recordatorio de que, a pesar de los encantos de la navegación tradicional, la seguridad marítima requiere adaptaciones técnicas y humanas para responder a las exigencias del transporte moderno.