Un faro con una historia atípica
Estamos en pleno siglo XIX. En la costa de Nueva Caledonia no hay luces ni balizas. La aproximación al arrecife de coral es arriesgada, los naufragios son numerosos.
Tras numerosas peticiones, el Conseil des Travaux de la Marine aceptó remediar la falta de señalización marítima. En 1862 se decidió la instalación de un faro para señalizar el paso de Boulari
La Comisión del Faro, encargada de elaborar el proyecto, optó por la construcción de un edificio de hierro en París, que podría transportarse por partes a Nueva Caledonia. El ingeniero y arquitecto Léonce Reynaud diseñó el faro, luego la construcción de la obra comenzó en 1862 con el constructor François Rigolet.
El edificio terminado pasa otros dos años en París antes de poder hacerse a la mar. Se necesitaron cinco meses para transportarlo en barco hasta Nueva Caledonia... ¡en 390 toneladas de piezas de recambio!
La reconstrucción del islote duró 9 meses, y el faro de Amédée se encendió por primera vez el 15 de noviembre de 1865. Con 56 metros de altura, es el segundo faro metálico más alto del mundo.

Explorar Amédée en barco
Es posible visitar el faro durante una escala. Al noroeste del islote de Amédée, las boyas ofrecen un cómodo fondeadero con viento de levante. Al pie del faro, al anochecer, los rayos que iluminan el horizonte ofrecen una atmósfera única.
Un largo embarcadero está situado justo enfrente de la zona de amarre y permite al navegante poner el pie en tierra. Desde allí, varias rutas atraviesan el islote hacia la playa o el interior. Una parte del territorio está reservada para la nidificación de especies protegidas y no es accesible.

Visita al faro
¡Entremos en el corazón del edificio! En la planta baja, un espacio de exposición cuenta al visitante la historia del faro. Al pie de la monumental escalera de hierro fundido, una mirada basta para darse cuenta de la altura del edificio.

Al subir los 247 escalones se puede descubrir la estructura interior. En todas partes, desde la arquitectura hasta la ornamentación, no se ha dejado ningún detalle al azar.

La subida merece la pena por las distracciones Desde lo alto de sus 56 metros, el faro domina la laguna. Desde la cima, se puede contemplar un panorama excepcional sobre el canal de Boulari, Grande-Terre y los islotes circundantes.
