Somos 4 a bordo del Grand 850 en este día de prueba, navegando frente a la pequeña isla de Lion de Mer, frente al puerto de Santa Lucía en el Var. El oleaje residual de 40 cm nos da un ligero chop, mientras que el viento es muy flojo, de 3 a 5 nudos. Tenemos unos cien litros de combustible, es decir, un tercio del depósito. Los 2 motores Honda BF 200 D XDU tienen ejes extralargos y están equipados con hélices 3 x 14 de 3 palas.
En primer lugar, está la ergonomía del puesto de gobierno. Los pies y los lomos están bien apoyados gracias a los asientos ajustables, y los instrumentos están bien alineados con el movimiento de la embarcación. El volante es fijo.

Empuje desde bajas revoluciones
El doble motor ofrece la ventaja de poder utilizar los joysticks como una retroexcavadora, con la maniobrabilidad extra que tanto se agradece durante las maniobras de aproximación o en puerto.
Interruptor automático en su sitio, comprobación de la tripulación, ¡y arrancamos!
Con 1.200 kilos de peso, el motor de 400 CV no tiene problemas para hacer que el Golden Line se deslice en sólo 3,30 segundos, sin que desaparezca el horizonte. Empuja desde bajas revoluciones, con un volumen de sonido bastante contenido, pero transmitiendo la potencia igualmente.

Si se desplaza ligeramente la mirada, un detalle llama inmediatamente la atención: el parabrisas está deformado, un factor que debe tener en cuenta el timonel. ¡Qué pena!
Las revoluciones subieron de forma lineal y se superaron los 20 nudos en menos de 5 segundos. Aprovechamos este ritmo intermedio para calibrar la capacidad de respuesta de la dirección pasando de un lado a otro. Es viva y precisa.
La sensación de control es innegable
El casco apenas tiene defectos y apenas muestra escora o contraescaras, a pesar de los bruscos cambios de rumbo.

La sensación de control es innegable desde las primeras vueltas de la hélice, incluso cuando el barco gira en el ángulo más corto. Lo que para el Golden Line significa un ángulo de giro muy pequeño. No hay derrape, hay agarre. Aprovechémoslo al máximo. ¡Timón y acelerador a fondo! Es la misma historia: el barco permanece estable, el timonel no se sorprende y la tripulación no se agita (demasiado).
43,3 nudos a 5.800 rpm
Aunque el mar no esté agitado, nos permite medir la acción de las olas del 850 Golden Line y disfrutar viendo cómo el rocío se desprende del casco. Los baúles no vibran y la tripulación tiene muchos sitios donde agarrarse. Así que no nos neguemos el placer y bajemos el acelerador.

La respuesta a medio régimen es inmediata, y el empuje es directo, alcanzando una velocidad máxima de 43,3 nudos a 5.800 rpm. La Golden Line es tan predecible y perfectamente estable, incluso a toda velocidad, que es difícil resistirse a volver a bajar.
La combinación de casco y motor es uno de los principales atractivos de esta versión bimotor, aunque la embarcación también está disponible como modelo monomotor.