
Equipamiento mínimo para un descenso al sol.
En el fondo del armario de la bañera del Maya, un Melody de 10 metros, hay un piloto automático temperamental que habrá que reparar en ruta, y una caja de engranajes de aleta un poco pequeña, prestada por un amigo y que habrá que instalar durante una próxima escala.
Estamos a principios de noviembre y después de un verano de trabajo que está llegando a su fin y un barco que preparar para la gran salida, hemos decidido que necesitamos un casco bien preparado y unas velas en buen estado que va a hacer el truco ". Un pequeño GPS portátil, un juego de cartografía complementado con un programa informático de navegación, un sextante, ¡y listo!

¿Cuántos marineros nos hemos cruzado en los pantalanes gritando con envidia lo afortunados que somos por zarpar? Y cuando nos damos cuenta de que al marinero y su barco en cuestión no les falta nada para zarpar a su vez, la respuesta es invariablemente: "juguete". En realidad, lo que falta, aunque la noción de estar preparado sea totalmente subjetiva, es muy a menudo el valor de soltar amarras.
Zarpamos el 6 de noviembre con una tripulación de 3 personas: el capitán, su hijo de 15 años (que nos acompaña a Canarias) y yo.

Nos espera una montaña rusa en el Golfo de Vizcaya que nos va a agotar durante los próximos 3 días: 30 a 35 nudos de viento del NE, con un oleaje residual del W, y un mar revuelto, como molesto, casi enfadado. Sin piloto automático ni piloto de viento, los 2 adultos a bordo se turnaban en el timón, día y noche. Y créanme, en pleno mes de noviembre, las noches son largas... mal equipados en cuanto a ropa (obviamente), hace un frío terrible (con viento del norte) y ni siquiera una taza de café caliente antes de la guardia, cada dos horas, nos calienta.

En principio, la llegada a España, la cervesa y las tapas reconfortan unos grados el ambiente a bordo. Pero al llevar el timón durante 12 horas al día, empezaban a aparecer tendinitis, dolores de cuello y lumbago. El descenso de Portugal se vio salpicado por varias escalas salvavidas. El cambio de escenario y las interminables noches de regatas con delfines luminiscentes nos ayudaron a olvidar los dolores y molestias de nuestros cuerpos, ya de por sí tensos.
Por último, vamos a ver qué dice este piloto e instalar la caja de aerogeneradores...
