El segundo día de navegación hacia Irlanda fue aún más relajado que el primero. No creíamos que fuera posible en estos lugares El mar es un espejo brillante, arrugado a veces por una vaga ondulación. Un sol cegador calienta deliciosamente la cabina.

¿Solo en el océano?
Ni un solo velero o pesquero se cruza en nuestro camino a la vista. Sólo algunas boyas con trampas salpican nuestro horizonte. De vez en cuando, la cabeza de una foca irrumpe en el agua transparente. ¿Qué hacen tan lejos de la tierra?
Los pájaros siempre están con nosotros. Aquí y allá se tendían sobre el mar, suavemente mecidos por sus perezosas ondulaciones, charlando en pequeños grupos. Cuando Arthur se acerca lentamente a ellos, se sumergen para reaparecer unos metros más allá. Otros se alejan con fuertes gritos de indignación por la perturbación.
Un momento para tomarse el tiempo de vivir
Arthur tiene una media de menos de 3 nudos. Afortunadamente, ¡tenemos tiempo! Podríamos encender el motor, ¿no? Sin embargo, ¿es tan terrible deslizarse tranquilamente sobre el agua resplandeciente, en el calor del día y la calma de la noche? Todos, a bordo, aprovechan este paréntesis de tranquilidad para leer, jugar, cocinar, tejer, dormir, pescar, escuchar música, charlarâeuros¦ Los niños viven, sencillamente, y nosotros también.

Cuando termina nuestra segunda noche de vigilia, ni siquiera estamos cansados. El tercer día comienza como los anteriores, en una calma suave y luminosa. Estamos lejos de los aullantes vientos escoceses, que nos obligaron a refugiarnos durante días en fondeaderos con mal tiempo.

Por fin llega el viento
No obstante, nos alegramos de que vengan 10 nudos de viento y sus ovejitas. La costa irlandesa es hermosa de lejos bajo el sol, pero también debe serlo de cerca. Nos gustaría llegar un día y probar los encantos de la isla y sus bonitos fondeaderos.

Al final del día, alcanzamos una velocidad algo más decente de 4 a 5 nudos. En tijera, con el génova inclinado, Arthur se menea muy bien en las olas del viento. Ahora podemos sentir que el barco avanza El goteo del agua contra el casco canta su musiquita interior. Nos preparamos para una tercera noche de guardia.
El sol termina su curso en el horizonte, mientras una brillante luna creciente sale. Esta vez, el barco, impulsado por el viento, aborda las millas con gusto. Las primeras horas bajo las estrellas son agradables.

Un espléndido anclaje en la meta
Por desgracia, el viento se debilita a lo largo de la noche y nos deja solos con el oleaje. El barco rueda. Con las primeras luces del alba, el motor está encendido durante dos horas, para el final del viaje. El barco nos lleva a una maravillosa playa en Inishkea Norte.
Es el día de la vuelta al cole. Pero para nosotros, es el descubrimiento de la historia de estas trágicas islas. Salimos a visitar las ruinas desiertas. Lejos de las tormentas que causaron la ruina de estos lugares, el sol brilla con fuerza.
